Los Warriors de Golden State necesitaron 40 años para construir un equipo que pudiese volver a ser campeón de la NBA y lo consiguieron con un modelo que no solo les dio su primer título desde 1975, sino que también los convirtió en el equipo que mejor baloncesto hizo durante toda la temporada 2014-15.
Nada más concluir el sexto partido de las Finales, que se disputó en el Quicken Loans Arena de Cleveland y que los Warriors ganaron por 97-105 a los Cavaliers, todos sin excepción, ganadores y perdedores, estuvieron de acuerdo que el nuevo campeón de la NBA había sido el mejor equipo.
«Hay que quitarse el sombrero ante los Warriors», declaró la súper estrella de los Cavaliers, el alero LeBron James, que protagonizó las Finales más espectaculares y productivas de la historia en el apartado individual, lo que no fue suficiente a la hora de superar al mejor juego de equipo de los Warriors.
A James le quedó la compensación de haber entrado a formar parte del exclusivo club de los 5.000 puntos en los ‘playoffs’, algo que solo habían conseguido leyendas como Michael Jordan, Kareem Abdul-Jabbar, Kobe Bryant, Shaquille O’Neal y Tim Duncan.
Los Warriors no tienen todavía en el equipo a una figura del calibre de James, pero sí a una plantilla con jóvenes valores encabezada por el base Stephen Curry, que bajo la dirección del entrenador novato Steve Kerr ya se han convertido en el equipo del presente de la NBA.
Lo han hecho con una mezcla perfecta de defensa versátil, que no da tregua al rival, y un ataque de saque rápido y transición que castiga permanentemente a los rivales con tiros en suspensión desde cualquier posición del perímetro –dentro o fuera–, y penetraciones sin respuesta.
Los Warriors además han logrado algo que se había perdido en el juego de la NBA, dar espectáculo sin olvidar los fundamentos del baloncesto.
Fuente: EFE